SOBRE EL VOLCÁN

Viaje al centro de la Tierra II

“…Sentía las convulsiones de la montaña que respiraba como las ballenas, arrojando de tiempo en tiempo fuego y aire por sus enormes respiraderos…“

Julio Verne. Viaje al centro de la Tierra.

Islas eolias desde el Gran Cráter de Vulcano. En el centro Lípari, y detrás Salina. A la dr. Panarea y Strómboli, a la izq. Filicudi y Alicudi 

Eolo, el dios del viento, dispersó de un soplo las islas del archipiélago. Las más grandes y pesadas quedaron cerca de la costa de Sicilia; las pequeñas, más ligeras, fueron aventadas lejos, al interior del mar Tirreno.

El archipiélago eolio está dispuesto en forma de Y a partir de la diminuta península de Milazzo, desde donde se accede habitualmente (también en ocasiones desde Palermo e incluso Nápoles). Siempre que la mar lo permite, los lentos ferrys llenan de macchine unas islas sin apenas carreteras y con dimensiones bien pedestres, y los rápidos alíscafos, extraños planeadores llenos de turistas mareados, alcanzan la lejana Strómboli en poco más de una hora.
Fuera de temporada solo los isleños van y vienen con la naturalidad de quién sale a hacer la compra o a visitar a los amigos. Es el mejor momento para conocer dos de los cuatro volcanes activos que hay en la Europa continental con el protagonismo académico de que dan nombre a dos modalidades de erupción: vulcaniana y estromboliana.



El Gran Cráter de Vulcano

Vulcano
En el Gran Cráter (Fossa di Vulcano) el dios del fuego, hijo de Júpiter y esposo de Venus, forjaba sus míticas armas. Es fácilmente accesible desde Porto di Levante en una hora aproximadamente. La única precaución debe ser no dejarse envolver por las abundantes emanaciones sulfurosas de las fumarolas. Desde lo alto (391 m.) y si el día es claro, la vista de todas las islas del archipiélago resulta espectacularmente completa. A nuestra espalda, Sicilia, compacta, montañosa y grande como un continente, no parece otra isla, 
Una vez en lo alto puede recorrerse todo el borde del cráter, entre dispositivos de control de la actividad dormida del volcán. E incluso se puede descender hasta su fondo y recorrer, no sin cierto recelo, la superficie plana y ceniza del tapón solidificado de la chimenea confiando en que no despierte con nosotros dentro.
La erupción vulcaniana es poco previsible y se produce de repente cuando la presión de la cámara magmática hace estallar el tapón de densa lava lanzando rocas, lapilli, cenizas… a grandes distancias y elevando una columna de gases a alturas estratosféricas. Pero no sucede desde hace décadas.

Strómboli 
No está tan a mano como Vulcano. Con frecuencia la mala mar impide llegar a la isla… o salir de ella. La subida a su volcán (924 m.), permanentemente en erupción, está rigurosamente regulada: hay que contratar los servicios de una agencia, dejarse dirigir por un guía, ceñirse a un estricto recorrido y horario, sumarse a un nutrido grupo de turistas, todos con un equipo reglamentario de mascarilla, casco, linterna… Y todo ello, claro, por un precio no precisamente módico. Demasiado para quienes entienden que subir una montaña es un ejercicio de libertad, responsabilidad y riesgo.

La Schiara del Fuoco

En menos de tres horas se alcanza el labio superior del cráter que se encuentra ladeado y abierto hacia el oeste, lo que permite observar las rítmicas explosiones desde lo alto. Porque la erupción estromboliana tiene la particularidad de su cadencia: cada 15 minutos una explosión libera la chimenea y expulsa los materiales incandescentes a una altura que no alcanza a los espectadores… normalmente. Como es natural, de noche, el fenómeno es todo un espectáculo. Se habrá visto una de las puertas al centro de la Tierra, aquella por la que los héroes de Julio Verne fueron expulsados al exterior. Habían recorrido 1200 leguas desde que se introdujeron por el volcán Snaefells, en Islandia, pero… “preciso era confesar que aquel no era el aspecto de las regiones árticas”. Cayeron indemnes sobre la Sciara del Fuoco “Debajo y por una pendiente muy rápida los materiales eruptivos se precipitaban hasta una profundidad de 700 u 800 pìes”. En realidad bastante más, porque este “río de fuego” en la gran ladera occidental de la isla llega hasta el mar después de 700 u 800 metros de caída.
Si no es posible subir a la cima porque el volcán está demasiado bronco, cabe el consuelo de subir solo unos 400 m. hasta el borde de la Schiara del Fuoco desde donde pueden verse rodar las rocas o fluir la lava.

Tal vez fuera de temporada y con la isla incomunicada, pueda uno saltarse una normativa que tiene más que ver con el negocio turístico que con la seguridad, y subir solo, para vivaquear en lo alto, acunado por las explosiones y deslumbrado por las llamaradas. E incluso, por qué no, ir más allá y bajar a la mañana siguiente por el lado contrario hasta la perdida aldea de Ginostra. Pero cuidado, si ha quedado allí algún carabinieri la multa será de 500 euros.

Una placa recuerda la primavera de 1949 en que se rodó aquí la película “Strómboli, terra de Dio”. Está junto a la puerta de la casa de los amores prohibidos de su director Roberto Rossellini y la actriz Ingrid Berman.
Anna Magnani, estrella que aspiraba al papel y amante despechada del maestro del neorrealismo, buscó a su propio director y su propia película. Rodó “Vulcano” a las órdenes de William Dietele en la isla vecina y por las mismas fechas. 
Aunque también allí lo recuerda una placa, la historia resultó sólo una pataleta y la película una obra menor.


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