CERRO PEÑA VIEJA DEL PISSIS (6.149 m.) S.27°47'16" W.68°44'00"


Cerro porque así llaman en las regiones andinas a sus montañas.
Peña porque sobre todo es rocosa, mejor pedregosa.
Vieja porque el tiempo ha convertido su cumbre en un osario petrificado.
del Pissis, porque esa gran montaña vecina protege su anonimato.

En la cima frente a la cota 6.504
Yo también estuve allí y lo vi es, en el fondo, la justificación del viaje. Si además eres el primero y lo viste antes que nadie, la satisfacción viajera se tiñe un poco de vanidad. Y para quienes hemos hecho de subir montañas un estilo de vida -montañas que otros muchos han subido antes que tú-, alcanzar una que no ha sido hollada todavía permite saltar del yo al ego.
Las difíciles de verdad, hace tiempo que se conquistaron y figuran en el American Alpine Journal con sus perfiles vertiginosos y sus grados estratosféricos. Pero quedan las fáciles, lo que es una esperanza para el ego de los montañeros malos como nosotros. Pero pasa que éstas siguen siendo altas y estando lejos. Costará primero descubrirlas y llegar hasta allí. Y luego subirlas con el aire tan fino a esas alturas, con el agotamiento y el frío.
Así resultó la cumbre 6195 m. de la carta topográfica Monte Pissis 2769-34 del IGM  argentino.

En la Puna de Atacama de los Andes, entre las provincias de La Rioja y Catamarca frontera con Chile, se concentran el mayor número de seismiles de la cordillera. El Pissis, la tercera cima de América, era el objetivo para el que ya llevábamos dos semanas aclimatando en cumbres menores. Al final, la mala logística de los campamentos y -¡qué demonios!- sus casi siete mil metros y la soledad lunar de la zona resultaron excesivas para nosotros.
Antes de abandonar definitivamente, decidimos probar fortuna con una subida sin campamentos a esa cota sin nombre en el extremo oriental del macizo. Tan esquinada y anodina que nadie la había subido aún. Eran 1600 metros de desnivel, que a esa altura y en el día, no estaba nada mal. Salió bien y nos volvimos a casa con un seismil virgen en el bolsillo.
Le pusimos de nombre Peña Vieja, por esa cima de nuestros cercanos Picos de Europa y por estar tan gastada y reseca como ella. En fin, porque resultó ser sólo un montón de piedras. Y además, el GPS le rebajó su altura en 50 metros.

Familia de verracos petrificados a 6.149 m.


Han pasado más de diez años de aquello y resulta que hace tiempo que ¡nuestra montaña sale ya en los mapas!... y nuestra “primera” en el American Alpine Journal!.
Es fea de narices, pero es la nuestra.
Igual por eso nadie la ha vuelto a subir desde entonces. Ni falta que le hace. Nosotros tampoco volveríamos.



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