TRILOGÍA DE LL. - 1


La madriguera



Sin duda tenía que ser la entrada a Mordor, el país negro y desolado al este de Gondor.

Pero, después de más de un kilómetro traqueteando por lo que parecía la madriguera de un saurio gigante que no debía andar muy lejos porque se ha dejado las luces encendidas, resulta que no, que al final del túnel no se sale a la Tierra Media sino a lo que fue un hermoso paraje de montaña que hoy la mano de las Eléctricas ha modificado a conciencia.
Como en otros muchos lugares del Pirineo, la alta montaña no ha escapado a la voracidad de este Sauron, y lo que desde el parking, en un primer vistazo, puede parecer un gran y apacible lago no lo es en absoluto porque, a poco que miremos, no remansa sus aguas en una vieja morrena glaciar sino en una gran presa de hormigón que cierra la angosta salida natural del valle, también porque la lámina líquida, como en cualquier pantano oscilando arriba y abajo, deja una blanquecina "ceja" estéril en todas sus orillas. No lo es, y lo sabíamos, porque no se perfora semejante túnel permanentemente iluminado y se construye y mantiene una pista de doce kilómetros para que cuatro montañeros salven cómodamente casi mil metros de desnivel.
No conozco un acceso más siniestro a un paraje de alta montaña. Pero sabíamos desde el principio que este era el peaje a pagar para llegar hasta aquí fácil y rápido. Quienes busquen mayor esfuerzo y dispongan de más tiempo pueden eludir los "inconvenientes" anteriores y alcanzar este bello rincón oriental del Parque Natural por otros caminos. Para todos, a la vuelta, seguirá habiendo corriente en los enchufes.
Y de ahí para arriba ya sólo hay montaña salvaje, lagos de verdad, los últimos y olvidados tresmiles del macizo, granito del bueno, las nieves menguantes de otro verano demasiado cálido y el refugio más nuevo del Pirineo regentado por David, Raúl y Martin (sin tilde).

Nota: Si todavía alguien no sabe de qué va todo esto, más en próximas entregas.

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